No me des alas


No me des alas y luego me las quites, no me enseñes a volar para luego meterme en una jaula. Esto es lo que hemos aprendido la mayoría de las mujeres de mi generación. Lo digo alto y claro: NOS HAN ENGAÑADO.
Sí, nos han engañado. Nos ha puesto la miel en los labios, nos han hecho creer que somos especiales, que podemos hacer lo que queramos, que no nos tenemos que conformar, nos han vendido igualdad, nos han vendido oportunidad de trabajo, nos han vendido conciliación familiar... Y nos lo hemos creído, nos lo hemos creído hasta que nos hemos topado de bruces contra la realidad.
Todo esto es muy bonito y queda muy bien sobre el papel, pero cuando eres madre o tienes a tu cargo una persona dependiente todo cambia, lo que son privilegios y ventajas se convierten en inconvenientes y zancadillas, aunque también es verdad que nadie te obliga a renunciar, sino que es un acto libre y consciente, pero al fin y al cabo, la vida es cuestión de prioridades y cada persona decide su orden.

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