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Mostrando entradas de junio, 2019

Victimización secundaria

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Hoy me apetecía hablaros de la victimización secundaria, ya que hace unos días se terminaba el calvario para una chica (que seguro que tod@s habéis oído hablar de ella) que fue agredida por un grupo de chicos, a los que les gusta o gustaba llamarse manada.... ¿Manada? Pues sí, manada cómo habéis querido definiros porque manada, según la RAE, es un grupo pequeño de ganado. Vosotros sois manada, vosotros sois ganado... No nosotras, nosotras no somos un grupo pequeño, nosotras no somos ganado... Y creo que la sociedad se ha dado cuenta, con las mujeres no se juega, con las mujeres no se mercadea. Hecha esta aclaración, que me parecía necesaria, prosigo con lo importante, de lo que realmente quiero hablaros, la victimización secundaria, "eso" que nadie cuida y nadie tiene en cuenta. El hecho de sufrir una agresión conlleva ciertos sentimientos y emociones, sin embargo, lo peor viene después de esa agresión. No es el hecho en sí, sino el sentir que te juzgan, el tener que expl...

Las relaciones interpersonales

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Las relaciones interpersonales o sociales cambian con el paso del tiempo, con las conductas, con los hechos... de tal manera, que llega un punto de inflexión en el que no hay vuelta atrás, en el que ya nada es lo que era y que no puede volver a ser. A veces, es necesario soltar la cuerda para volver a empezar, para construir otro tipo de relaciones, aún con la misma persona, pero de manera diferente. Las personas cambian, los sentimientos cambian, las experiencias vitales nos cambian... ya no somos los mismos y no podemos volver a serlo, ni volver a tener las mismas relaciones. Esto no significa que seamos mejores ni peores, sino diferentes, y hay que aprender a vivir con los cambios. Ya que, los cambios son buenos, en tanto en cuanto significan evolución, madurez de la persona que los experimenta. Sin embargo, esto supone sentimientos encontrados entre el saber que tienes que soltar y entre el no querer soltar. No querer soltar algo nos produce daño, pues somos conscientes de su ca...

El poder de la madre

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Esta entrada es especial para mí, y se la dedico a mí hermana, quién ha sido mamá recientemente, una mamá primeriza. La mañana siguiente de pasar la primera noche con su bebé, me dice "la niña estaba llorando y no se calmaba, y le dije a Rubén (su marido) dámela, me la puse encima y se calmó. Ahí comprendí el poder de la madre". Me hizo gracia el término que usó, pero es una realidad, llámalo como quieras pero existe un vínculo especial, innato que se establece entre una madre y su cría, es la impronta, cuyo concepto se lo debemos a Konrad Lorenz. La impronta tiene que ver con las habilidades básicas y necesarias para la supervivencia que adquieren las crías al nacer, y distinguimos dos tipos: la impronta filial y la impronta sexual. Quiero dedicar está entrada a la impronta filial, que tiene mucho que ver con la teoría del apego. Ambos conceptos, impronta en antropología y apego en psicología, se refieren a esas características innatas que hacen que un bebé reconozca a...

La normalidad

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Lo normal... Lo normal es lo que sirve de regla o norma, aquello que se ajusta a características habituales y corrientes, todo aquello que está fijado de antemano. ¿Quién dice lo que es normal y lo que está fuera de la normalidad? ¿Dónde está esa delgada fina, que separa lo ordinario de lo extraordinario? Lo ordinario es lo común, lo ordinario lo hace cualquiera. Lo difícil, lo que cuenta, es lo extraordinario. Lo extraordinario no lo hace cualquier persona. Lo extraordinario sólo lo consiguen las personas especiales, únicas, aquellas que llegan de manera inesperada y consiguen dar un vuelco a nuestras vidas. La normalidad... La normalidad es esa palabra vulgar que se inventaron los mediocres y los que se conforman con la vida. Si hablamos de normalidad, lo contrario sería lo anormal, lo patológico, y al hablar de patología, surgen los prejuicios, los estereotipos y las etiquetas. Y es, cuando ponemos una etiqueta, cuando aparecen las limitaciones, limitaciones que están en nosot...

No me des alas

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No me des alas y luego me las quites, no me enseñes a volar para luego meterme en una jaula. Esto es lo que hemos aprendido la mayoría de las mujeres de mi generación. Lo digo alto y claro: NOS HAN ENGAÑADO. Sí, nos han engañado. Nos ha puesto la miel en los labios, nos han hecho creer que somos especiales, que podemos hacer lo que queramos, que no nos tenemos que conformar, nos han vendido igualdad, nos han vendido oportunidad de trabajo, nos han vendido conciliación familiar... Y nos lo hemos creído, nos lo hemos creído hasta que nos hemos topado de bruces contra la realidad. Todo esto es muy bonito y queda muy bien sobre el papel, pero cuando eres madre o tienes a tu cargo una persona dependiente todo cambia, lo que son privilegios y ventajas se convierten en inconvenientes y zancadillas, aunque también es verdad que nadie te obliga a renunciar, sino que es un acto libre y consciente, pero al fin y al cabo, la vida es cuestión de prioridades y cada persona decide su orden.

Papás de manual

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Papás o mamás de manual son personas que pueden, o no, haber sido padres pero que se creen con derecho o autoridad para opinar sobre la crianza que otras personas ejercen sobre sus hijos o hijas. Se creen en posesión de la verdad absoluta y se permiten licencias del tipo: no cojas al bebé que se acostumbra... no le des biberón que la leche materna es lo mejor... y si le das el pecho, te dicen dale un biberón a ese niño que llora porque tiene hambre... no lo acuestes en tu cama que se acostumbra... déjalo llorar que se le ensanchan los pulmones... no le dejes ver la tv que retrasa el habla... llévalo a la guarde que se socialice con otros niños... Esto queda muy bien en el papel, pero a mí me gustan las mamás y los papás reales, los que se implican en la crianza de sus hijos, los que se mojan, se disfrazan, se ensucian y, sí, a veces, se enfadan, otras se disgustan y otras ríen como si no hubiera un mañana. Me gustan los papás y las mamás que atienden a sus bebés cuando lloran, que...