Retraso madurativo
Hace unos días hablaba con una compañera que me decía, en relación a una niña, que una neuróloga había dicho que el Retraso madurativo no existía, mientras sí somos capaces de aventurarnos con un diagnóstico de hiperactividad, déficit de atención, autismo... cuando en realidad son niños a los que les exigimos mantenerse sentados, callados y atendiendo, en lugar de dejar que se muevan, exploren y experimenten con el entorno... Luego hablamos de fracaso escolar... Retomando, mi cara de incredulidad fue máxima. El retraso madurativo existe y se diagnostica, y está incluido en el DSM V.
Es verdad que cuando nos encontramos con niños y niñas con algún tipo de trastorno o problema, nos "obsesionamos" por ponerle una etiqueta. Las etiquetas están bien porque nos dan seguridad y sensación de control, pero al mismo tiempo, esas etiquetas nos limitan y contribuyen a disminuir la autoestima de las personas, su autoconcepto y confianza en sí mismo, provocando sentimientos de indefensión que afectan a su desarrollo emocional. No obstante, más que la necesidad de etiquetar o poner nombres a trastornos (que sí) es necesario valorar las áreas afectadas y necesidades que presenta un niño o niña con el fin de llevar a cabo una estimulación temprana, es decir, realizar un conjunto de acciones que potencien al máximo las habilidades físicas, mentales y psicosociales del niño o niña, mediante una estimulación repetitiva, continua y sistematizada para desarrollar al máximo su potencial intelectual.
Volviendo al retraso madurativo, éste hace referencia a un desarrollo del niño diferente en relación a otros menores de su misma edad. Se observan deficiencias en las habilidades relacionadas con el lenguaje, la motricidad, las capacidades cognitivas y a nivel socioafectivo. Muchas veces este trastorno suele confundirse con el Trastorno del Espectro Autista. En el caso del retraso madurativo, el pronóstico suele ser favorable ya que las habilidades mejoran con la rehabilitación adecuada. Los síntomas que nos pueden hacer pensar en un retraso madurativo son:
- Al cumplir el año, el niño no balbucea ni expresa palabras.
- Falta de interés por jugar o estar atento a los objetos que se le muestran.
- Es incapacidad de reconocer su nombre y no reacciona cuando le llaman.
- No imita a los adultos.
- No gatea cuando otros bebés de la misma edad sí lo hacen.
Si nos centramos en las áreas afectadas:
- A nivel cognitivo tienen dificultades en el desarrollo intelectual, se hace más evidente en niños escolarizados.
- Retraso motor que se pone de manifiesto con dificultades para coordinar los movimientos de brazos, piernas y/o manos, además de posibles estereotipias y movimientos anormales de la infancia. También puede estar alterada la psicomotricidad fina.
- A nivel socioafectivo presenta problemas en las relaciones sociales, gestión de las emociones y problemas de conducta.
- Área del lenguaje y la comunicación, puede mostrar dificultades para la comprensión e identificación de formas, colores y objetos; vocabulario limitado para su edad o alguna alteración del habla.
El retraso madurativo simple consiste en una evolución más lenta que el resto de niños de su edad para desarrollar habilidades durante los tres primeros años de vida, esta es la principal diferencia con el TEA. Es importante distinguir entre retraso psicomotor global del retraso psicomotor específico del lenguaje, capacidades motoras o sociales. Este tipo de trastornos se diagnostican antes de los tres años.
Actualmente, lo que no se contempla es el autismo, que desaparece del DSM V y pasa a incluirse en un único trastorno denominado Trastorno del Espectro del Autismo. El TEA se manifiesta por una serie de patologías normalmente genéticas que producen deficiencias a nivel cerebral, que generan problemas de comunicación verbal y no verbal, dificultades en las relaciones personales y conductas repetitivas, inflexibles e intereses restringidos, inusualmente intensos, y rutinas rígidas. Puede diagnosticarse desde los dos años pero es difícil hacer una detección a edades tan tempranas.
Y, por último, para aclarar más estos diagnóstico diferenciales, el DSM V incluye dentro del TEA al Síndrome de Asperger, trastorno del neurodesarrollo cuyas características es un lenguaje desajustado para la edad del niño, con un nivel de inteligencia elevado sobre un tema concreto y un adecuado nivel social.
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