¡Apapacharos y apegaros!


Acabo de descubrir una nueva palabra que ya me encanta, "apapachar", que viene del idioma náhuatl, y que podemos traducir como "acariciar el alma de otra persona".
De esta definición se podría hablar mucho, incluso, abrir un debate, pues muchos se cuestionan la existencia o no del alma. Desde mi punto de vista, para mí, el alma existe. Es lo que nos diferencia de otros seres vivos, es lo que perdura al final de todo. Nuestro cuerpo muere, pero lo que queda es nuestro alma, nuestra energía, que no muere ni desaparece, simplemente se transforma.
Pues bien, apapachar sería ir más allá de un simple abrazo, es llegar a abrazar el alma de esa persona, de reconfortarla para que se sienta segura. No se trataría de un simple abrazo, de un abrazo cualquiera que se da a cualquier persona, no todos los abrazos saben igual ni todos los abrazos se dan con la misma intensidad. Apapachar estaría muy relacionado con el amamantamiento de un bebé, con ese momento mágico en el que se crea un vínculo único y especial entre la cría y su madre, un momento único, de seguridad, de tranquilidad, de que se para el tiempo y nada importa, solo ese momento que hay que disfrutar. Por esto, este término estaría muy relacionado con el establecimiento y la creación de un vínculo que, a mí, personalmente me encanta, el apego. Es decir, ese vínculo afectivo que se crea a una edad bien temprana y que nos proporciona seguridad, consuelo y protección en nuestras vidas. Es este vínculo el que nos permite explorar el mundo.
El apapachamiento y el apego es lo más bonito que nos puede regalar la maternidad, son momentos únicos que hay que disfrutar porque aunque nos parezca lejano algún día no tendremos la oportunidad de disfrutar de nuestros peques, pues el tiempo pasa y hay que dejarlos volar, eso sí, creando adultos sanos y fuertes, con alta autoestima y capacidad para tomar sus propias decisiones aceptando las consecuencias que se derivan de ellas. Y para ello es imprescindible crear un apego positivo y seguro, que no debe confundirse con malcriar, no se malcria a un bebé por apapacharlo, acunarlo, mecerlo y atender sus necesidades de afecto y cariño, ¿Recordáis haber visto en la naturaleza algún chimpancé que no atienda a la demanda de su cría? ¿Que no lo lleve en brazos? Estas situaciones son absolutamente normales en la naturaleza, y es nuestra propia evolución y nuestro razocinio las que van contra natura, al intentar criar hij@s que no demanden brazos ni afectos, con lo que esto conlleva de efectos psicológicos negativos, quiero decir, baja autoestima, adultos inseguros y con poca confianza en ellos mismos a la hora de tomar decisiones, e incluso, problemas de ansiedad o depresión.
Por tanto, apapacharos mucho y aprovecharos de esa situación todo lo que podáis, impregnaros de ese sentimiento y crear huellas en vuestra memoria.

Un saludo!!

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