Ser psicóloga
23 de febrero
Día de la Psicología. Juan Huarte de San Juan, patrón de la Psicología, autor del tratado "Examen de Ingenios para las Ciencias".
A pesar de no tener últimamente mucho tiempo para escribir, no quiero dejar pasar este día para hacer una breve apunte, una breve entrada.
Soy psicóloga por vocación, no recuerdo un solo día de mi vida en el que no haya querido estudiar esta carrera. Quizás si haya habido días de querer "tirar la toalla", días en los de no poder más, pero al final las ganas son tantas que todo lo pueden. Tengo la suerte de haber podido estudiar lo que me gusta y me fascina, pero también la fortuna de trabajar en aquello que me apasiona, la edad infantil, eso sí, desde una perspectiva diferente. Sólo aquellas personas que disfrutan y aman lo que hacen, son felices en su vida... Y, eso se transmiten, aún más, cuando tu labor diaria es tratar a las personas. Las emociones al final se contagian. ¡Me siento afortunada!
Para mí ser psicóloga es tener un gran corazón con el que saber escuchar a la otra persona, con una enorme capacidad empática, saber dar luz y cambiar el punto de vista, hacer encajar todas las piezas del puzzle, observar cada conducta y cada pequeño detalle, ayudar a conectar cerebro con corazón y a tener el don de la palabra. Un psicólogo se rige por el Código deontológico, que sienta las bases de su intervención.
El campo de actuación de la Psicología es muy amplio y variado, podríamos hablar de la psicología de las organizaciones, salud mental, educación, deporte, sexología, neuropsicología... Cada una de ellas especializada en una materia. Y, dentro de cada materia, podemos hablar de diferentes tipos de intervenciones: primaria, secundaria o terciaria. En fin... Un rollo...
Sin embargo, es a lo largo de tu vida profesional cuando vas descartando aquellas cosas que menos te van gustando o que menos encajan contigo, te vas volviendo selectivo... Para mí, después de haber desempeñado mi labor en diversos ámbitos y con grupos de edades muy diferentes, es fundamental la prevención. Y como tal, es de vital importancia trabajar con la infancia y con las familias, pues al fin y al cabo son los primeros agentes socializadores y de los que depende que haya adultos sanos, independientes, con seguridad, buena autoestima y buen autoconcepto.
Y, como no podía ser de otra manera, aprovecho para reivindicar la labor del psicólogo, que tan poco valorada está y tan necesaria es, sobre todo, en atención primaria.
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